Uno Moralez: Pesadillas en blanco y negro
- Sofía Olmos
- 29 ene 2017
- 1 Min. de lectura
El vacío nos asusta, no sabemos qué hacer ante él. Friedrich Nietzsche creía que al mirar dentro de un abismo, éste comenzaba a mirar dentro de uno mismo.
Cuando nos encontramos ante un dibujo o una secuencia incompleta, ante algún espacio en blanco en su contorno, nuestra mente tiende a completarlo con la información que él cree se adecúa a la situación. El artista ruso, Uno Moralez, comprende ese procedimiento mental y en lugar de presentar piezas hiperrealistas, utiliza la estética ochentera de esos primeros videojuegos que exigían de la imaginación para volver pocos pixeles en sueños o pesadillas. Él mismo se definió como un seguidor de la estética lyncheana: desconcierto y maquinaria mental de cataclismos internos. Sus piezas perturban: parece que algo está mal colocado, desfasado y no sabemos qué es. Entonces a ese vacío de significado le añadimos significantes terroríficos.
“Pregúntense ustedes mismos por qué están viendo historias de horror en mis imágenes”, dijo Moralez en otra entrevista, apelando así a nuestro inconsciente. El terror vive dentro de cada uno y tiende a proyectarse en lo que no está completo, en los huecos, en el vacío, en las imágenes que no son figurativas. Ninguna pesadilla se podrá comparar con nuestros sueños diurnos, dijo alguna vez Sigmund Freud. Tal vez tenía razón, nuestra imaginación consciente es terriblemente tétrica al completar aquello que desconocemos. La batalla entre nuestras pulsiones de muerte y deseo casi siempre se inclinan a lo más trágico, por eso nuestra naturaleza tiende a ver pesadillas donde sólo hay pixeles.
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